La oración mental no es un monólogo, ni consiste en disertar internamente acerca de un tema. Tampoco se trata de un análisis reflexivo, ni mucho menos un tiempo para organizar las tareas de la jornada. Tiene por objeto disponer el alma, lo más receptiva posible, ante el volcán del Amor del Espíritu Santo. Y esto se logra con rapidez mediante el coloquio, con toda la riqueza de matices que encierra ese término: comunicación por turnos, alternancia de afectuosas preguntas y respuestas, gestos amistosos, interés mutuo, escucha atenta. Como es lógico, la parte medular reside en las ideas que envíe Dios, objeto central de estas líneas.
Es el sistema habitual del que se sirven los espíritus puros, esos seres más perfectos que los hombres, cuando intentan saber lo que desconocen. Santo Tomás de Aquino ha dejado escrito que "la locución con que los ángeles hablan a Dios, alabándole, es ininterrumpida. Pero la locución por medio de la que le preguntan acerca de lo que se ha de hacer, solo la utilizan cuando se les ocurre comenzar algo nuevo, sobre lo cual desean ser iluminados" [1]. A menudo se olvida modo asombroso que, cuando alguien quiere entender lo que dice su interlocutor, guarda silencio y escucha sus palabras; le pregunta. Es una afirmación elemental que ha ayudado a muchos en su relación con Dios.
Las almas con experiencia tienen bien comprobado que una simple consulta al Señor, seguida de silencio atento, solucionará en gran medida las aparentes sequedades que creemos atravesar en la oración mental, lo que supone una prueba indudable de su utilidad.
También es práctica usual en los niños, quienes apenas dialogan sin pedir explicaciones continuas. Mons. Nguyen Van Thuan fue el primer postulador de la causa de beatificación de Marcel Van, abierta el 26 de marzo de 1997. Marcel era un joven vietnamita de catorce años que aprendió muy pronto la importancia de dirigirse a Dios del mismo modo con el que dialogaba con los chicos de su edad.
一Jesusito, hace rato que deseo preguntarte algo. Me lo responderás, ¿no es así? La gente dice que durante tu niñez nunca reías ni llorabas, que permanecías tranquilo aun cuando tenías hambre, que aceptabas que tu mamá hiciera de ti lo que quería. ¿Es cierto eso?
一Ante todo, pequeño Van, debes comprender que según mi naturaleza divina, soy la segunda Persona de la Trinidad Beatísima y que, por consiguiente, soy uno con el Padre y con el Espíritu Santo. Sin embargo, por ser humano, encontraba en mí las debilidades de la infancia... Con la diferencia de que no tenía tus defectos. No era goloso, ni turbulento como tú. Lloraba a veces, pero si mi Madre me consolaba, me detenía de inmediato. Por otra parte, si un niño no ríe nunca, hace que toda su familia pierda la felicidad. En aquel tiempo me desenvolvía en todo igual que los demás niños. Cuando nos visitaban nuestros parientes y me daban dulces, los aceptaba contento y los comía con gusto.
Dios Padre ni una sola vez permitió que tuviéramos que pasar hambre o sed. Además, María era previsora y, en especial, confiaba en su verdadero Padre celestial. Conmigo, ella se conducía como una madre, pero con Dios actuaba con el candor de una niña. Si necesitaba algo, solo sabía alzar su mirada al Cielo y pedírselo a Dios Padre con toda sencillez y sinceridad. Y como esa confianza y naturalidad agradan mucho a Dios, mi Madre obtenía todo por lo que oraba, según ya te ha dicho ella. Por ejemplo, cuando no tenía harina para hacer el pan, se contentaba con decir: "Padre, ¡hoy «tu pequeño» y tus hijos no tienen qué comer!" Luego detallaba: no tienen más harina, les falta sal, etc. Y después, permanecía en paz como de costumbre. El verdadero Padre del Cielo se apresuraba a dar cumplimiento a sus plegarias, de manera natural, sin recurrir a portentosos milagros.
一Dime, Jesusito, ¿usabas sandalias?
一Sí, pero no se parecían a las actuales, sino a las que usan los campesinos en Vietnam. No tenía unas lindas sandalias; más bien, unas muy comunes. Lo mismo que mi ropa.
一Oh Jesús, te lo ruego, quema todos mis defectos y mis malos hábitos en el fuego de tu amor. Mi bienamado Jesús, que el ardor de tu cariño incendie mis pecados, incluso los que aún no he cometido.
一Hermanito, en especial, acepta todas las incomodidades que te envío; así me complaces más que si ayunaras durante un siglo. Y aunque soportaras como yo la muerte en cruz, no sería mejor que la mortificación que quiero enseñarte aquí, la obediencia. Es el mayor sacrificio. Solo amo el holocausto de la docilidad [2].
Aprendamos a desenvolvernos en este juego de preguntas y respuestas, tan esencial entre los ángeles, como entre los amigos. Todo puede ser motivo de diálogo con Dios, según sugiere san Josemaría: "El tema de mi oración es el tema de mi vida" [3]. La clave está en proponerse asuntos que nos interesen de pleno y no abusar de generalidades, o abstracciones, más propias de una labor teológica. Santa Faustina recibió esa misma advertencia: "Hoy el Señor me ha dicho: Hija mía, me dicen que tienes una gran sencillez, entonces ¿por qué no me hablas de cuanto te concierne, aun de los más pequeños detalles? Háblame de todo. Quiero que sepas que con esto me procurarás mucho gozo. Respondí: Pero, Señor, Tú lo sabes todo. Y Jesús me contestó: Sí, Yo lo sé todo, pero tú no te justifiques diciendo que Yo sé, sino que con la naturalidad de una niña, cuéntamelo todo, porque tengo el oído y el corazón vueltos hacia ti y tus palabras me son agradables" [4]. Preguntar cuestiones concretas y prácticas a Dios, consultarle nuestros asuntos, no es una quimera ni algo propio de especialistas. Debería ser la actitud habitual de la oración, alentados por la seguridad de que recibiremos el valioso consejo divino.
En 1974, durante una tertulia con san Josemaría, le propusieron que explicara cómo se sabe lo que el Señor pide a cada uno. La contestación, ante cientos de personas, fue: "¿Y por qué no se lo preguntas a Él? No es una salida de tono. Te advierto que te responderá" [5]. Lo tenía bien experimentado: Dios habla y podemos fiarnos totalmente de lo que discernimos bajo determinadas condiciones.
Cuando el Salvador, en boca de san Juan, quiere enderezar el rumbo de una de sus primeras iglesias, sumida en la más profunda tibieza, en el insensible aburguesamiento que aniquila, reptando, el fervor de los buenos cristianos, recurre a que cambien su modo de rezar: no les anima a que hablen a Dios, sino a que le atiendan, a que descubran su voz, como sistema seguro de abandonar ese penoso estado. "Yo, a cuantos amo, los reprendo y castigo. Por tanto, ten celo y arrepiéntete. Mira, estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo" [6]. "Si alguno escucha mi voz." Se percibe un tono de reproche propio del que se interesa en hablar con todos, pero difícilmente encuentra a quien quiera o sepa oírle.
Aun así, el problema habitual seguirá siendo aprender a detectar esas respuestas. Veamos algunas características de esos mensajes para reconocerlos con más claridad.
1 S. TOMÁS DE A., S. Th., I, q. 107, a. 3, r. 2.
2 P. MARIE MICHEL, L'Amour me connaít, Le Sarment Fayard, Paris 1990, p. 34.
3 SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 174, 6a ed. Rialp, Madrid 1973, p. 361.
4 Diario, n. 921, Levántate, Granada 2003, p. 361.
5 Apuntes tomados en una tertulia el 13.IV. 1974.
6 Ap 3, 19-21.
Francisco José: Gracias a Dios le doy por tu entrega y tu por ayudar a tanta gente. Dios te colme de bendiciones y con la vida eterna. Desde Argentina un gran cariño
ResponderEliminarCómo me alegra que hayas leído esta página de mi blog! Rezaré por ti para que también el Señor te colme de bendiciones. Desde Valencia con todo mi afecto.
EliminarFrancisco muchas gracias por tus enseñanzas, que Dios te siga bendiciendo a tí y a todos los numerarios de la Obra. Hace muchos años tuve la fortuna de trabajar en un colegio Aspaen. Intentaré aplicar lo que has escrito. Abrazo desde Colombia
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que hayas trabajado en Aspaen, un colegio labor personal de la Obra. Esos años te los recompensará nuestro Señor. Ya sabes lo que dijo en el Evangelio: "le daré 100 veces más en casas, padres, madres, hermanos, hermanas..." Te diré una cosa más: tu propósito de practicar la oración mental, es inmensamente superior a lo que hiciste ayudando a ese Colegio. Proponte si quieres una hora de oración al día. No te defraudará. Los muchos que he visto que lo han hecho me cuentan cosas que erizan la piel: alegría desbordante, esperanza inquebrantable, mejor salud física, solución de problemas "irresolubles",..., incluso mejoras en el sueldo. Es que Dios necesita mucho de la gente que práctica esta alta oración; por eso la premia tanto. Te cuento lo que le funciona a los que veo que la hacen diariamente: levantarse media hora antes de lo normal todos los días y salir de casa hacia una Iglesia abierta. Llevar la libreta y bolígrafo, o el móvil para escribir. Y por la tarde, hacer otra media hora antes que ninguna cosa pendiente. Mucho mejor saliendo de casa hacia una iglesia pero, si no lo consigues, también vale en tu dormitorio cerrada la puerta. Y cuéntame por favor tus dificultades al practicarla. Un cordial saludo.
EliminarHola Francisco. Te escribo desde Infantes en Ciudad Real. He intentado aplicar tus indicaciones en la oracion mental, el recogimiento, la obediencia al Señor, escribir y pensar. Tengo una gran afliccion que arrastro desde hace muchos años y ruego a Dios traves de esta oracion que me conceda la gracia que le pido, pero no sé si es Dios quien me contesta o soy yo mismo o es el diablo que me despista. Tampoco se si es voluntad del señor concederme la gracia que ruego que me conceda, pero mi madre me decia"Para Dios no hay nada imposible" Te queria preguntar dos cosas. Primero: ¿como saber que es Dios quien me habla?, y segunda pregunta: ¿Qué debo hacer cuando hay silencio de Dios. Muchas gracias por todo. Que Dios te acompañe.
ResponderEliminarHola Rafael! No sé muy bien qué pasa, pero algunas de vuestras participaciones no me llegan al correo electrónico. Ahora que voy página por página revisando, la he descubierto.
EliminarPara distinguir si es Dios quien te contesta o eres tú mismo o el diablo, no lo puedes hacer a posteriori de la oración mental. Lo debes solucionar justo antes de ponerte a escribir: si guardas el doble recogimiento que explico (del intelecto y de la voluntad), entonces, siempre te habla Dios y solo Dios. Así que todo se reduce a, mientras escribes, permanecer atento también a tu recogimiento, para detener a tiempo tu escritura. Y también a no permitir preguntas sobre cosas futuras, pues al Señor no le gusta hablar de ellas y suelen ser síntoma de falta de recogimiento.
Respecto a si es normal y frecuente que el Señor guarde silencio, te diré que no es habitual. Dios es inmensamente cordial y cariñoso. Le gusta evitar los monosílabos y suele explayarse en sus comunicaciones. El problema que debes estar teniendo es el siguiente: esperas que te lleguen respuestas divinas instantáneas, sin elaboración racional por tu parte.
Los dos modos habituales que tiene Dios de comunicarse (aparte de los hechos consumados externos, que son como la "vara" del pastor, para los que no le hacen caso) son:
1.Flashes mentales (instantáneos, sin esfuerzo tuyo): te llega una idea que responde a lo que has contado o preguntado. Al redactarla por escrito, Él también te inspira las palabras a utilizar.
2.Razonar tú mismo la respuesta (cuando no llegan flashes). Es la que más utiliza Dios, porque le gusta que pensemos los pros y contras, que preveamos el resultado, que utilicemos la información que previamente nos ha ayudado a recabar. Aunque parezca una farsa porque pensamos nosotros, no es así: es Dios quien inspira nuestros razonamientos. Siempre que, claro está, estemos bajo la protección del doble recogimiento que explico en el enlace que te paso:
https://franciscojosecrespo.blogspot.com/2020/05/como-aprender-hablar-con-dios-en-5_24.html
Lo mejor sería que me enviaras una foto de alguna sesión de oración mental recogida en tu libreta. Mi WhatsApp es +34 618655137.
Un cordial saludo.
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