DETENTE BAJO EL SAGRADO CORAZON DE JESUS

      Detente bajo el Sagrado Corazón de Jesús en el Calvario, como Santa María, san Juan Apóstol o María Magdalena, y tu mismo corazón se transformará paulatinamente en el de Cristo. Toda devoción al Sagrado Corazón consiste, en esencia, en sustituir el nuestro (inteligencia, voluntad y sentimiento) por el Suyo. En esto estriba precisamente la obediencia, tan aconsejada por Jesús: "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la voluntad de Dios y la cumplen" (Mt 12, 48).

EL SAGRADO CORAZON DE JESUS QUIERE OBEDIENCIA MAS QUE ESCAPULARIOS

      Santa Teresa de Jesús contaba: "Acuérdome que en un lugar en donde había monasterio nuestro, conocí a una mujer grandísima sierva de Dios. Comulgaba cada día y no tenía confesor particular, sino una vez iba a una iglesia, otra a otra. Yo notaba esto, y quisiera más verla obedecer a una persona, que no tanta comunión. Yo se lo decía algunas veces, mas no me hacía caso. Le vino a dar el mal de muerte: ella tuvo diligencia para procurar le dijesen misa en su casa cada día y le diesen el Santísimo Sacramento. Como duró la enfermedad, a un clérigo muy siervo de Dios que celebraba la misa en su casa muchas veces, le pareció excesivo que comulgase en su casa cada día. Como vio que no le daban de comulgar, se enojó tanto y estuvo con tanta cólera hacia el clérigo que, éste, escandalizado, vino a contármelo. Debió de ser tentación del demonio, porque la señora acertó a morir aquel día. Yo aún no sé si se reconcilió con Dios, pues murió luego de ese hecho. A esta bendita, se le ofreció ocasión de merecer más obedeciendo que comulgando. No dudo de que esté en el Cielo pero, ..., si es por alegrar a Dios, se contenta más con la obediencia que con el sacrificio" (Las Fundaciones, cap. 6).
    Como queda claro, Jesús prefiere mucho más la docilidad de nuestra alma a Sus mociones o a sus directores espirituales que incluso los sacrificios, que sabemos que son utilísimos para acercarnos a Él. 

 

 LA DIVINA MISERICORDIA: MODO DE PRACTICARLA

      Fue el camino que siguió santa Faustina Kowalska, quien conocía profundamente la importancia de la obediencia para adorar al Sagrado Corazón. Un día le dijo el Señor en la oración mental: "He concedido la gracia al alma por la que me habías pedido, pero no por tu mortificación que escogiste tú misma, sino que he dado la gracia a esa alma solamente por el acto de obediencia total a Mi suplente -el confesor-" (Diario, n.356). Y no olvidemos que el Señor comunicó a esta santa la devoción troncal del Cristianismo: la del Sagrado Corazón de Jesús, bajo la forma de la Divina Misericordia. Veamos resumidamente en qué consiste:

      1. LA IMAGEN DE JESUS MISERICORDIOSO

      El Señor se le apareció con el aspecto de la imagen adjunta, que pintó al óleo Eugeniusz Kazimirowski en 1934, siguiendo las instrucciones de la santa. El rayo rojo simboliza la Sangre derramada por la lanza en el Calvario. El rayo blanco representa el Agua, es decir a Dios Espíritu Santo que es el fruto de la Cruz. Este Agua fue prometida por Jesús a voz en grito en Jerusalén: Si quis sitit, veniat ad Me et bibat cui credit in Me. Flumina de ventre eius fluent Aquae vivae (Juan 7, 37): el que tenga sed que venga a Mí y beba quien confía en Mí. De sus entrañas manarán ríos de Agua Viva. Después de su muerte en la cruz, vivimos en la "era del Espíritu Santo"  que nos enseña cómo invocarle: "beba quien confía en Mí", es decir, le atrae el que confía en Él. Y, a la vez, esa alma se convierte en una especie de surtidor del Espíritu Santo. En otras palabras, esta imagen se usa no con la imaginación, sino con la confianza y el deseo de detenerse debajo de ambos rayos. "Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos" le dijo Jesús a la santa.

      2. LA CORONILLA O ROSARIO DE LA MISERICORDIA

 Santa Faustina oyó en su oración mental: "Quienes recen esta coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan" (Diario n.1545). Se reza rosario en mano:

      Padrenuestro

       Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre. Venga a nosotros Tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

      Avemaría

      Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

      Credo

      Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

      En las cinco cuentas grandes del Rosario

      Padre eterno: Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
En cada una de las diez cuentas pequeñas del Rosario
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

      Al terminar las cinco decenas, di tres veces:

      Santo Dios, Santo fuerte, Santo e inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

      Cuando nos ponemos con el deseo debajo de algo tan precioso como el divino Corazón doliente, nos volvemos capaces de cambiar el alma de los hombres: sufres por tener un marido enrocado en el vicio, una esposa poco fiel, un hijo egoísta y distante...; ésta es entonces tu oración idónea. Y, si dispones de poco tiempo para cambiar urgentemente algún corazón, repite interiormente y despacio la siguiente jaculatoria dirigida a esa alma:

       "Oh, Sangre y Agua, que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío" (Diario, n.84).

       3. LA HORA DE LA MISERICORDIA

       "Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi Misericordia, adorándola y glorificándola; suplica, por los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pidas, para ti o para los demás" (Diario, n.1572).
       Estos tres modos espléndidos de tratar el divino Corazón se pueden practicar diariamente. Los otros dos, no son menos importantes: La Fiesta de la Misericordia y la propagación de estas cuatro devociones entre los amigos y familiares.
 

 SAN JOSEMARIA ESCRIVA DE BALAGUER Y EL CORAZON DE JESUS

       Esta difusión la practicó frecuentemente san Josemaría Escivá de Balaguer. En 1930 acudió con cierta frecuencia, habitualmente acompañado por miembros del Opus Dei, a visitar la imagen del Amor Misericordioso (cfr. foto de la derecha) de María Teresa Desandais, cuyo culto público se inauguró en la Basílica de Atocha (Madrid) en 1927. En 1931 visitó varias veces el domicilio de Juana Lacasa para rezar de nuevo delante de este cuadro. Anotó en sus apuntes íntimos: "El día 4 estuve con D. Norberto... Me dio el Señor lágrimas y compunción". Además, recitaba durante la Misa la Ofrenda al Amor Misericordioso; la oración más característica de esta devoción. Entre septiembre de 1931 y marzo de 1932, se pueden localizar en las anotaciones de san Josemaría referencias a una docena de ocasiones en las que estuvo en la Casa del Amor Misericordioso de la calle Ferraz, muchas de ellas con Isidoro Zorzano (Federico Requena. Studia et Documenta, vol. 3, pag. 160 y ss.).
       Si utilizamos, como san Josemaría, la oración mental descrita en páginas anteriores, para oír al Sagrado Corazón mientras nos recogemos bajo la Fuente de Misericordia de la que hemos hablado, entonces, al poder infinito del Amor divino se le sumará nuestra oración poderosa: el diálogo. De ese modo, el Espíritu Santo se adueña de nosotros para bendecirnos. Es una posesión, pero no diabólica sino divina. Y, alimentada esa Fuente por los méritos de la Sangre derramada por la lanza, nos llenará de poder y de vida. Por eso dijo el Señor que de nuestras "entrañas manarán ríos de Agua Viva" (Jn 4, 13).

 

LA CONSAGRACION AL SAGRADO CORAZON PROTEGE A LOS HIJOS

      Los padres, por voluntad divina, disponen de facultades especiales para transformar a los hijos con su oración. Por ejemplo, si escasea ésta o es de poca calidad, convirtiéndolos en seres malvados que actúen siempre a su antojo, obedeciendo a su propia voluntad -la de los hijos-. Aunque también les pueden llegar a hacer hombres felices que actúen voluntariamente bajo el control de Dios. Esto último, se logra fácilmente poniéndoles con el deseo debajo de la Fuente de Misericordia. Es decir, consagrando a los hijos, uno por uno, al Corazón Divino. Por razones que no tienen demasiado interés, en 2013 participé en la Asamblea que el Opus Dei organiza cíclicamente en cada zona geográfica. En ella, se estudiaban las comunicaciones que cada miembro de la Obra, si quería, enviaba para que se tuvieran en cuenta. Una de esas sugerencias se me quedó especialmente grabada: "Que cada hijo que nazca, sea llevado por sus padres a un Santuario, o sitio similar, para ofrecerlo al Corazón de Jesús como posesión Suya, y ya no de los padres. Y es muy bueno hacer esto cuanto antes; durante la infancia del niño. Tengo la experiencia -decía esa persona- que todos esos críos llegan a la madurez dirigidos por Dios y muchos se entregan a Él". Cuando lo leí, recordé inmediatamente que mi madre me consagró, a su manera, a Jesús: besaba el divino Corazón traspasado por espinas, que estaba representado en un calendario de papel que había colgado en la pared de la cocina. El papel estaba oscurecido por los besos. Nunca organizó ningún viaje para regalarme a Dios; nunca recitó ninguna fórmula especial, pero me ofreció al Señor con su gesto. Ese calendario fue su "Santuario"; esos besos, su oración mental llena de mociones amorosas enviadas por el Sagrado Corazón.

Artículo aconsejado a continuación: Elías, el santo de la oración de confianza