LA ORACION MENTAL ES PODEROSA INCLUSO CON FAMILIARES DIFICILES
Como se sabe, intentar que se acerquen a Dios los miembros de la propia familia es de las cosas más difíciles, pues "no hay profeta que no sea menospreciado en su tierra y en su casa" (Mt 13, 57). Mis papás y mi hermano mayor ya murieron; así que me quedan tres que reúnen dos características comunes. La primera es que son católicos sin que practiquen la fe que les enseñaron mis padres. La segunda es que, a diferencia de mí -la oveja negra de la familia con tan solo un penúltimo y quinto puesto-, todos han ganado en repetidas ocasiones el Campeonato de España de remo olímpico. Uno de ellos ha logrado 21 oros y una convocatoria de la selección para el Campeonato de Europa. Este hermano es, precisamente, el protagonista de mi historia. Entrena en el puerto marítimo de su ciudad. Yo vivo en otra localidad alejada y sin posibilidades para practicar este deporte. Como nos veíamos muy poco, llevo medio año aprovechando esta afición común para quedar con él mensualmente. Siempre utilizamos un doble scull como el de la foto. Por mi falta de entrenamiento, apenas le dejaba remar durante las primeras veces que nos embarcábamos. Debido a la esbeltez de estos botes, tan sensibles a mis desequilibrios sobre el asiento móvil y a mi modo defectuoso de meter las palas en el agua, era muy difícil que estuviéramos cómodos. Además, mis manos apenas aguantaban media hora a causa de las erosiones provocadas por las empuñaduras de los remos. A estas dificultades se añadía otra, claramente más perjudicial para mi hermano: sus muchos trofeos le convierten siempre en el rival a batir por el centenar de chavales y veteranos que entrenan en el Club de Regatas. Aunque disimuladamente, muchos nos esperaban hasta que llegábamos a su altura. En ese momento, era evidente que remaban con todas sus fuerzas hasta lograr sobrepasarnos, algo que muy difícilmente consiguen cuando Álvaro navega solo o sin un lastre como yo.
Me parece que esto fue la causa de que él me sugiriera ponerme en el puesto de popa. De ese modo, me podía observar y corregir los defectos una y otra vez. Con este sencillo truco, logré mejorar muchísimo: estabilidad, fuerza, sincronización,... Actualmente, me parece que disfruta: entrenamos durante dos horas seguidas y, sobre todo, ya no nos adelanta nadie.
No debo ocultar que llevo muchos años rezando para que el Señor convierta en buenos cristianos tanto a él como a su esposa y dos hijos, que son espléndidos estudiantes y deportistas. Al principio, utilizaba mucho la oración vocal. Pero con el paso de los años, he redescubierto la potencia que tiene la oración mental para todo; también para el apostolado. Y, desde hace pocos meses, después de recogerme atenuando mis tristezas, dedico a mi hermano muchas páginas de diálogo con el Señor escritas en la libreta que utilizo. Los resultados de esta oración poderosa no se han hecho esperar.
DEL REMO A LA MISA DOMINICAL Y CONFESION
Hace poco, me comunicó por teléfono que su hijo de trece años llevaba dos días sin comer y con muy mal color de cara. Y que en la ecografía de urgencias le habían detectado dos bultos oscuros en el bazo que no presagiaban nada bueno. Además, tras unos análisis más exhaustivos, le diagnosticaron una enfermedad autoinmune que ataca a los glóbulos rojos. Muy preocupado, me pidió que rezara por él. Lo hablé con el Señor evitando monólogos y anoté: "Si tu hermano se confiesa y aprende a hablar Conmigo, su hijo se curará". Aunque era algo difícil de transmitir y que implicaba riesgos evidentes, se lo comuniqué tal cual. Le sugerí una parroquia en donde hacer la oración mental, también porque allí confiesan sacerdotes dentro de confesonarios con puertas, en los que no te ve ni el cura. Además, le envié por WhatsApp los ejemplos prácticos de cómo aprender en 5 minutos a hablar con Dios que aparecen en este blog. Al cabo de una semana, me comunicó que acudía diariamente a hacer la oración de la mañana a la Parroquia que le dije. Que encendía el móvil y que trataba de oír a Dios practicando lo que leía y escribiendo toda la conversación con Él. También me dijo que los bultos en el bazo no eran cáncer y desaparecerían, pero que aún estaba grave en el hospital. Le animé a seguir con el plan emprendido y le pregunté si se había confesado. Me respondió que no lo había hecho. Le insistí en que faltaba esta parte tan importante para lograr las dos cosas que había dicho el Señor, pero guardó silencio. Se notaban los muchos años de abandono de los sacramentos. Pasaron otros siete días y me dijo: "¡Mi hijo se ha curado! ¡Incluso ha ido al colegio! Los médicos dicen que el tratamiento le ha ido bien y que ha desaparecido el ataque a sus glóbulos rojos". Entonces, intrigado, le pregunté si se había confesado, y me dijo entre risas: "Lo hice anteayer. Llevaba escrita una montaña de pecados. ¡El sacerdote tuvo que retrasar la misa por mi culpa!". Luego le descubrí que yo no había pedido al Señor que mi sobrino se curara; tan solo había rezado para que él -mi hermano- cumpliera su plan. Al saber que únicamente su oración por escrito lo había conseguido, se convenció aún más del poder que tiene el diálogo auténtico con Dios y de que lo sabía hacer bien.
Pasadas tres semanas, me dijo que tanto él como su esposa -alejada también de la práctica religiosa- acuden ya a misa los domingos. Lo de su mujer, me parece aún más sorprendente. Se nota que mi hermano le transmitía nuestras conversaciones detalladamente y que también ella ha visto claro que el Señor lo organizó todo para que ambos se acercaran a Él.
Hermoso testimonio!
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias!.
ResponderEliminarGracias, nos llena de ánimo para rezar por los de casa
ResponderEliminarBuenos días. Me parece muy valiente publicar un testimonio tan personal. Todos los católicos deberíamos hablar más de los milagros que Dios produce en nuestras vidas. A menudo, si nuestro entorno es no creyente, callamos estas experiencias para no pasar por locos.
ResponderEliminarUn abrazo desde Alicante.
Es cierto! todos deberíamos hablar de los milagros que Dios produce en nuestras vidas; porque los hay y muchos. La mayoría, ordinarios: estar casi sano, tener ojos y poder ver, disfrutar de la presencia de nuestra familia, poder comer o dormir bajo techo,...
EliminarDe todas formas, estas historias más sobrenaturales se disparan cuando se hace oración mental; ocurren en mayor número y frecuencia que si se hacen otras oraciones. Te recomiendo vivamente que lo compruebes, quizá siguiendo el guión de la página principal:
https://franciscojosecrespo.blogspot.com/2020/05/como-aprender-hablar-con-dios-en-5_24.html
Un cordial saludo
Quiero esa intimidad con el Señor!!!
ResponderEliminarHola!! Si quieres esa intimidad con el Señor, haz lo que te digo: práctica diariamente (no menos de 30 minutos al día) los pasos que he resumido en el enlace de debajo. Aunque no veas resultados, persevera en este propósito durante un año. Tras un mes, ya empezarás a notar cambios a tu alrededor. Y pregúntame si quieres las dudas que te surjan:
ResponderEliminarhttps://franciscojosecrespo.blogspot.com/2020/05/como-aprender-hablar-con-dios-en-5_24.html