Ejemplos de oraciones mejorables - ORACIÓN PODEROSA: LA ORACIÓN MENTAL, OÍR A DIOS

Oración de la mañana y oración de la noche para oír a Dios con seguridad mediante el recogimiento y la confianza en la Divina Misericordia. Francisco José Crespo Giner, numerario del Opus Dei.

Ejemplos de oraciones mejorables


      Sea cual sea el modo en que tratemos de dialogar con Dios, le será siempre grato. Sin embargo, hemos de ser realistas; Jesús denegó el milagro a la mujer cananea que le pedía insistentemente y a gritos: ¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es atormentada cruelmente por el demonio. Esa señora acudía a Dios tan solo con oraciones vocales, es decir, hablando sólo ella; sin escuchar, sin dialogar. Más tarde, gracias a la intervención de los apóstoles, se entabló la conversación, es decir, la oración mental verdadera: 一No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 一¡Señor, ayúdame! No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 一Es verdad Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. 一¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante [1]. Sólo se realizó la curación cuando la madre logró conversar con Jesús, permaneció atenta a sus palabras y le respondió con sumisión e inteligencia. 
      Observemos atentamente los defectos más habituales de los que comienzan.

1. El monólogo

      La oración de debajo es un ejemplo de oración de monólogo realizada por un chico de 13 años. Conviene que nos alejemos de este error porque no se deja espacio para que hable Dios. Tan solo se cuentan cosas, todas ellas muy buenas:

      "Buenas tardes Jesús. ¡Gracias por haber querido quedarte en el sagrario! Aunque muchas veces me salgan las cosas mal o me deje vencer por la pereza al ponerme a estudiar o no sea todo lo obediente que debería, me atrevo a decirte desde lo más profundo que hay en mí que te amo. Que te quiero querer como el más loco que te haya amado en la historia".

      Son loables los actos ascéticos que recoge: se esfuerza por escribir las palabras dirigidas a Dios, algo que seguro le resulta muy agradable; se le da gracias con fuerza, se hace un breve examen de conciencia, un brillante acto de amor e incluso un excelente propósito final. Sin embargo, sólo habla el autor de estas letras: no permite o no sabe ceder la palabra al Señor, cuyos mensajes deberían ser siempre el verdadero objeto de la oración mental.

2. La oración mental pasiva

      En el siguiente ejemplo también real, se entabla un diálogo en el cuarto párrafo, algo que coloca esta oración mental muy por encima de la del caso anterior. Aun así, es quizá una conversación demasiado breve si se compara con la extensión del resto. Además, en general, es algo pasiva: tal vez por ignorar su importancia, se omiten preguntas a Dios para saber qué necesita de nosotros:

      "Yo, Miguel, era un niño normal como cualquier otro. Vivía en Villavieja, un pequeño pueblo a las afueras de Badajoz. Era el único niño que vivía allí y no tenía a nadie con quién jugar, excepto el 25 de diciembre, que era Navidad. Ese día, invitaba a mis abuelos, tíos y primos a casa.

      Una Navidad, siendo ya muy tarde y habiendo pasado un gran día, mi familia se había marchado y era hora de acostarse. Recé mis oraciones de la noche y me acosté. No podía dormirme y me puse a pensar en lo aburrido que tenía que estar el Niño Jesús en Navidad, sin ningún niño ni primo con quien jugar. Así que deseé poder acompañarle, hacerle reír y jugar con Él.

      Al día siguiente, me desperté muy tarde y me extrañó, porque si mi madre me veía dormido más allá de las doce, me despertaba. Bajé de la cama, abrí la puerta y había un montón de gente con túnicas de tela y sandalias correteando de un lado a otro. La calle estaba llena de puestos de mercaderes de madera con gente comprando. El suelo estaba lleno de arena; no había asfalto y las casas eran muy antiguas. Miré la ropa que llevaba puesta y me fijé que vestía de modo parecido al de todo el mundo: una túnica de tela y unas viejas sandalias, vestimenta muy semejante a la de las figuritas de mi belén. Pensé que mi deseo se podía haber cumplido, así que me fui a dar un paseo para ver en qué ciudad me encontraba. Efectivamente, estaba en Belén. Me puse a preguntar si alguien había visto pasar a una señora embarazada caminando junto a un hombre joven con barba. Al final les encontré en una pequeña casa para animales. Vi a María, y a José que estaba preparando una hoguera. Ella me preguntó:

      ¿Qué haces aquí joven? Y yo le respondí: He venido para jugar con Jesús, hacerle reír y que pase un gran día. Y ella dijo: Me han dicho que vendrías. Te llamas Miguel, ¿no? Y le dije: Sí. Soy Miguel.

      La Virgen María era justo como la descubrió D. Manuel, mi sacerdote: guapísima y súper maja. Ella me enseñó a Jesús; me pareció muy pequeño y se reía con cualquier cosa que le hacía. Era divertidísimo y muy tierno. Llegó la hora de volver. María me dio las gracias y yo le respondí: Gracias a ti. Me habéis hecho pasar un gran día. Ella me contestó: Adiós. Y yo le devolví la despedida diciéndole adiós con la mano. Volví a la casa en la que me había despertado. Allí me puse a dormir después de rezar las tres Avemarías que suelo rezar para pedir por la pureza y tras recapacitar sobre cómo me había portado ese día.

      Me desperté y estaba otra vez en Villavieja. Conté a mis padres todo lo que había hecho y cuánto debía agradecer por lo ocurrido".

      Si esta actitud pasiva fuera aislada, no sería necesariamente un problema. En cambio resultaría preocupante si se repitiera en la mayoría de nuestras conversaciones con Él. La docilidad, incluso el deseo de recibir encargos de lo Alto, propicia grandes avances en la vida interior y en la calidad de nuestra oración mental. La pasividad, la pereza espiritual constituyen un obstáculo muy frecuente, también en personas con muchos años de práctica:

3. Oración mental con poca escritura y sin poner palabras en boca de Dios

      Es lógico que nos sintamos cansados de anotar en una libreta la mayor parte de una oración de, por ejemplo, media hora. Pero no olvidemos que así se mantendrá mucho mejor el recogimiento, las ideas fluirán con especial rapidez, las palabras del Señor serán mucho más nítidas y concretas, retendremos sin dificultad las mociones divinas y estaremos añadiendo sacrificio a la oración, algo muy aconsejable para aumentar su calidad sobrenatural.

      En el ejemplo real de oración que copio debajo se escribe poco. Las anotaciones se reducen casi exclusivamente a concretar propósitos:

      "Madre mía, Virgen María: ayúdame. El primer propósito que voy a hacer va a ser el de no hacer sufrir a nadie para, así, alegrar a tu Hijo Jesús. No me voy a meter con nadie ni a reírme de los demás. Y, si veo que alguien hace esto último en mi presencia, ayúdame a ser valiente y decirle que se calle. Y el otro propósito: empeñarme en que mi familia y mis amigos sean muy felices. ¿Cómo? Pues sonriendo muchísimo".

      Escribir propósitos, salvo que procedieran de nuestra cosecha, por ejemplo por falta de recogimiento, no representaría ningún problema en sí mismo; más bien al contrario. Sin embargo, al haber escrito solo esto, lo que nos parece importante y no el resto de la conversación con Dios, es muy posible que hayan sido abundantes los minutos de inactividad mental, algo que favorece mucho que afloren preocupaciones, temores, problemas no resueltos... Y ya se explicó que estas "agresiones" afectan a la capacidad auditiva del alma; rompen el recogimiento inicial. Un nuevo intento rápido de mitigar las cuatro pasiones principales (alegrías, tristezas, anhelos y temores), recurriendo en cada una de ellas a la Misericordia de Dios y a la confianza, nos permitiría recuperar de nuevo el "canal seguro de transmisión". Pero pocos hacen esto último y, entonces, se exponen al peligro de admitir como divinos algunos mensajes que pueden no serlo en realidad, por piadosos que parezcan.

       Además, hubiera sido mucho mejor haber escrito en primera persona, en boca del Señor esos propósitos: "Me agradaría que no te metieras con nadie... También me gustaría que te empeñaras en conseguir que tu familia y amigos fueran muy felices". Porque si se han cuidado las cuatro condiciones de certeza, conviene en gran medida estar convencidos de que nos ha hablado realmente el Todopoderoso.

4. Oración mental en la que solo se habla de religión, y no de nuestros asuntos cotidianos.

     En todos los casos anteriores se da el mismo inconveniente: pensar que Dios sólo quiere hablar de la salvación de las almas, de los pecados, las virtudes y nociones similares. Es una deformación muy antigua y de notables consecuencias: muchos consideran por ejemplo que solo es posible alcanzar la santidad en los conventos o que el Padre es indiferente a los problemas cotidianos que nos afectan. Por suerte, el Opus Dei ha sido fundado por la Trinidad Beatísima, entre otras cosas, para mitigar este frecuente error que, sin embargo, no se daba entre los primeros cristianos. Éstos oraban para encontrar solución al problema de las viudas, desatendidas en la asistencia diaria y sin recursos [2]. A Dios, como a cualquier buen artista, le gusta que admiremos su obra: la naturaleza, la multitud de cosas pequeñas que suceden en las vidas de los nuestros, el continuo discurrir de los sucesos cotidianos -trabajo, alimentación, descanso,...-. Un amigo aficionado a la guitarra, de los que saben orar muy bien mentalmente, me contó lo que le dijo al Señor:

      Dios mío, estoy cansado de tanto trabajo. Me encantaría tocar la guitarra en algún grupo, coro, etc., o llegar a ser tan bueno como Bon Jovi, que me gusta mucho.

      Acto seguido, notó en su mente:

      一No te preocupes; Yo lo resuelvo.

      Pasaron cuatro segundos y le vibró el móvil. Le estaba llamando por teléfono un conocido que necesitaba reclutar su guitarra para el coro de una iglesia importante de su ciudad. Mi amigo me lo contó a carcajadas y muy asombrado por la cercanía humana de Dios: "Cuando hago oración mental bien preparada, ¡el Señor está pendiente hasta de mis caprichos más insignificantes!, y ¡sin que se lo haya pedido expresamente!".

      ¿Por qué nos premia Jesús con tanta claridad cuando dialogamos sobre cosas materiales tan pequeñas? Porque le gusta que entablemos conversación con Él sobre esos asuntos cotidianos que nos prepara cariñosamente hasta en los aspectos más menudos, ya que son materia de nuestra santificación. 


5. Oración mental en la que, al escuchar a Dios, no se "oye" nada porque se esperan como "flashes" divinos.

      Tras haber preparado el alma durante breves segundos (cfr. condiciones de certeza) y plantear a Dios el tema que deseamos tratar o la pregunta que nos gustaría que respondiera, normalmente acudirán las ideas a nuestra mente de un modo fluido. Si no fuera así, si nos sorprendiera una ausencia total de mociones, una especie de parálisis de la mente, incapaz de generar pensamiento alguno relacionado con el tema, no conviene perder la calma: a veces, el Espíritu Santo prefiere contestar con obras, con la vida misma, que es su Powerpoint particular, y que reserva para los casos que Él elige.
      Pero si este silencio de nuestra mente fuera lo habitual, si casi nunca "oyéramos" con la mente al Señor o a sus amigos del Cielo, con muchísima frecuencia se deberá a que esperamos "flashes" de Dios, a que nos ilumine sin esfuerzo mental alguno por nuestra parte, al error de pensar que somos ángeles y no hombres. Dios habla a los ángeles por simple intuición [3], sin que les suponga esfuerzo alguno. Al hombre también puede hablarle así, pero no tiene por qué; ni siquiera es lo habitual. Esperar esos "flashes" de Dios, es decir, sus comunicaciones instantáneas por simple intuición, no es lo propio del modo de conocer humano, que es discursivo: compara conceptos, utiliza la información previamente acumulada para deducir, elabora conclusiones estudiando los pros y los contras, etc. Si cuando notamos la ausencia descrita de ideas en nuestro intelecto nos esforzáramos en componer pensamientos como acabamos de decir, fluirían de nuevo nuestras ideas que, en realidad serán Sus ideas, y en las que podremos confiar debido al estado especial de protección divina que hemos generado con las condiciones de certeza. 
      Algunas de esas ideas también accederán a nuestro espíritu por vía de intuición divina o angélica, y serán perfectamente válidas. Pero, como se dirá más adelante, nunca hay que confundirlas con las imágenes repentinas que aparezcan en nuestra imaginación sin razonamiento previo, ni con los recuerdos aislados que acudan a nuestra memoria sin  ser fruto de una argumentación intelectual. A nuestras ideas solo puede llegar Dios, pero éstas son algo muy distinto de las imágenes repentinas y de los recuerdos aislados. Estos dos últimos modos de conocimiento no son fiables, pues los ángeles (y, por tanto, el diablo) pueden generarlos y, de este modo, acceder a nuestro intelecto.

Página sugerida a continuación: Oración vocal: hablar al Espíritu Santo. Oración mental: oírle.

1   Mt 15, 22-28
2   Hc 6, 1
3   SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica q. 49, art. 5, r. 2

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