Breve guión para oír a Dios con certeza. 4 condiciones: recogimiento mental, recogimiento de la voluntad, pensar, confiar - ORACIÓN PODEROSA: LA ORACIÓN MENTAL, OÍR A DIOS

Oración de la mañana y oración de la noche para oír a Dios con seguridad mediante el recogimiento y la confianza en la Divina Misericordia. Francisco José Crespo Giner, numerario del Opus Dei.

Breve guión para oír a Dios con certeza. 4 condiciones: recogimiento mental, recogimiento de la voluntad, pensar, confiar

     Oración introductoria: "Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí".

      Ahora, al principio de la oración mental, conviene realizar las dos primeras medidas de seguridad explicadas debajo: nn. 1 y 2. Las nn. 3 y 4 es bueno practicarlas durante el resto del tiempo. Si durante el intervalo que permaneces espiritualmente junto al Señor, notaras que necesitas repetir de nuevo las nn. 1 y 2, que no te importe hacerlo; al contrario, es tiempo muy bien aprovechado de oración.

 
 1. Recogimiento de la mente: no se trata de rechazar distracciones sino de calmar pasiones, en es­pecial cuatro: ALEGRÍA, TRISTEZA, ANHELO Y TEMOR.
Durante alrededor de 1 minuto, intentar descubrir si tu alma se encuentra en alguno de esos cuatro es­tados. Al detectarlo, es muy útil decirle interiormente a Dios:
"Señor, yo solo no puedo: confío en que me vas a cal­mar esta pasión (por ejemplo, tristeza) por tu gran Mi­sericordia, aunque yo no lo merezca". También es muy útil esta jaculatoria: "Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío" enseñada por el Señor a santa Faustina Kowalska (Diario n.187).
Notarás una gran calma después de repetir alguna de estas ora­ciones tras cada una de tus pasiones. En este momento, y si cumples los nn. 2 y 3, podrás confiar siempre en tu mente.

 
2. Recogimiento de la voluntad: desear cumplir la Voluntad de Dios en todo aquello que vayamos a consultarle, comprobando nuestra sinceridad ante las distintas posibles respuestas que pueda dar el Señor.      Es aconsejable ser aquí muy cuidadoso para evitar el silencio de Dios y también para asegurar que sólo Él nos hablará. Si voy a preguntarle algo que no requiera obedecerle, como el parecer sobre alguien, o su opinión acerca de un acontecimiento, también he de prepararme compro­metiéndome a realizar su Voluntad.

 3. Pensar: contar algo a Dios o interrogarle, razonar una respuesta y detectar la primera idea que se imprima en nuestro intelecto; o bien, la primera moción de la voluntad. Si se puede, CONVIENE MUCHO ESCRIBIR TODA LA CONVERSACIÓN, porque se iluminarán asombrosamente los detalles de las ideas recibidas y mantendremos el recogimiento mucho más tiempo y sin lagunas. La primera moción de la voluntad o idea que aparezca en nuestra mente suele ser la más segura.
      Suele ser muy útil preguntarle con frecuencia sobre nuestros asun­tos diarios, por pequeños o simples que parezcan, pues Él no habla solo de religión: dialogar sobre cualquier tema. Se sirve de lo que, más bien, parecen nuestros razonamientos. Conviene recordar además que Dios, de modo habitual, se comu­nica flojo. Puede que no captemos respuesta alguna: deberemos entonces respetar el silencio divino y saber que lo más probable será que nos responda más tarde con obras. Las contestaciones en forma de imágenes o de recuerdos aislados no son fiables. No es recomenda­ble confiar en los sueños. Las respuestas obtenidas al azar no aseguran la certeza. Simplificación errónea: si el pen­samiento es bueno procede de Dios, del demonio si es malo y, si parece indiferente, entonces es mío. Deducción equivo­cada: distingo lo que me dice Dios porque siempre es lo más costoso o bien inflama el sentimiento. No siempre es de Dios lo sorprendente o novedoso.
4. Confiar plenamente, en adelante, en que esa idea o moción procede de Dios.
Al Señor le agrada particularmente el abandono confiado como consecuencia de la seguridad en sus ilu­minaciones. Es difícil que deje de premiarlo con una paz notable y, a menudo, los acontecimientos se preci­pitarán con rapidez hasta ratificar el origen divino de lo transmitido, en especial para los principiantes.

      Oración para terminar: "Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comuni­cadoen esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí"  [1].


      Y lo más importante: practicar estos cuatro puntos a ser posible durante no menos de 15 minutos cada día (como dijo santa Teresa de Jesús), preferiblemente antes de ir a trabajar. Se puede hacer en casa, pero lo ideal es delante de un sagrario o con el Santísimo expuesto a la vista.


1 Oración introductoria y acción de gracias compuestas por san Josemaría Escrivá.

1 comentario:

  1. Camilo Caceres Castillo desde Mexico , he querido contactar para saber si lo estoy haciendo bien

    ResponderEliminar