Si nos acostumbramos a detectar y escribir esa idea divina impresa en nuestra mente tras la explicación a Dios de nuestro problema o tras una pregunta concreta realizada con las precauciones vistas en la página anterior titulada Breve guión para orar mentalmente con certeza, nos veremos como arrastrados a las cotas más elevadas de la oración. Alcanzaremos una profunda armonía con Sus motivaciones y nos dolerán los olvidos. Es la explicación de por qué conviene anotar estos diálogos.
"Si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día" [1], decía Jesús para manifestar lo que le agrada que retengamos sus mensajes, también los de la oración.
Así pues, te animo vivamente mi querido lector a que consigas un bloc o un dietario gratuito como el que aparece debajo, comiences por ejemplo escribiendo en el margen la inicial de Aquél con quien quieras hablar (J: Jesús, P: el Padre, ES: el Espíritu Santo, M: María Santísima, SJ: San José, AC: tu ángel custodio, etc.) y, a continuación, plantees a Jesús tu problema como en el ejemplo de debajo: lo más sencilla, escueta y detalladamente posible. Y, por ejemplo, entre paréntesis, para distinguir lo que tú dices de lo que te conteste el Señor:
Cuando hayas terminado de escribir tu pregunta o problema, anota la primera idea que te venga a la mente en respuesta a lo que previamente has planteado a Jesús. Se trata de que pienses tú la respuesta a lo que, previamente, has escrito y no de que esperes flashes sobrenaturales ni voces. No inventes ni imagines: sírvete de tu intelecto, que es algo distinto de la imaginación. Utiliza toda la información de que dispongas, los recuerdos que afloren en tu memoria en ese preciso instante, analiza los pros y los contras. Entrelázalos y deduce las conclusiones elaborándolas lo más detalladamente posible, con sujeto, verbo, predicados, nombres propios, colores, fechas, lugares... Huye de las contestaciones vagas y generales, incluso de la elaboración teológica: se trata de componer unas frases concretas con las luces que, en este encantador y admirable momento, te está inspirando Dios. Comprobarás a menudo que, conforme escribes, llega otra idea clara a tu mente relacionada con lo anterior. Y que, en la medida en que la redactas, acuden a tu intelecto detalles adicionales, como sucede cuando extraes una servilleta de una caja de kleenex: aparece inmediatamente otra. No te preocupes si piensas que eres tú el autor de estas letras y no el Creador: si has cumplido con las cuatro condiciones de certeza explicadas en la página Breve guión para orar mentalmente con certeza, ten seguridad de que, al menos en ese momento, ha hablado Dios a través de ti. Por eso, es muy buena práctica redactar esas frases divinas como salidas de su "Boca", en primera persona, según aparece en el ejemplo superior, con el convencimiento de que, realmente, te está hablando el Maestro. Él se encargará de que compruebes la veracidad de tus/Sus palabras durante los días venideros.
El suceso que acabas de leer en el dietario de arriba, describe un problema que existió en la realidad: la avería de la caldera de una residencia (mi casa). No arrancaba. A lo largo de dos meses, intentaron arreglarla tres fontaneros consecutivamente. El último incluso aconsejó sustituir toda la instalación, con un coste de 4.000 €. Justo después de la oración mental del dietario, acudió un cuarto fontanero que aún no he descubierto quién lo llamó. Miró el vaso de expansión; lo hinchó con un bombín y arrancó instantáneamente. Precio de la reparación: sólo el desplazamiento.
Puede que parezca demasiado trabajo y rigidez lo de escribir toda o casi toda la conversación con Dios, pero nos persuadiremos de lo contrario con la práctica de esta sana costumbre. Muy flexible, en cuanto que no se nos impone, y enormemente favorable a la hora de centrar la escucha y de retener una información, tal vez preciosa, acerca de nuestra vida o la de Jesús. Si se nos terminan los problemas o los asuntos diarios a tratar con el Señor, interesémonos por los sucesos y mensajes del Evangelio, como en el ejemplo siguiente:
Sugiero que observes la flecha dibujada en el margen izquierdo, justo a la altura de la frase en que el Señor nos pida que hagamos algo concreto; son muy útiles para localizar de un vistazo lo que aún esté pendiente de resolución. Si ya hubiéramos conseguido realizar el encargo divino, también resulta muy práctico indicarlo cerca de la flecha, como el "ok" del ejemplo de arriba. El amor a Dios, los frutos, los dones espirituales, el grado de oración a alcanzar, las visibles diferencias entre los que practican la oración mental suelen depender, en grandísima medida, del tiempo de reloj dedicado a oír a Dios y del número de veces en que realmente obedecemos; de ahí que resulte tan importante controlar estos "ok". En cambio, en el crecimiento de nuestra unión don Dios, influye muy poco el sentimiento que logremos poner al conversar. Esto último es un regalo divino que concede Él cuando quiere, sin que apenas intervengamos.
Sugiero que observes la flecha dibujada en el margen izquierdo, justo a la altura de la frase en que el Señor nos pida que hagamos algo concreto; son muy útiles para localizar de un vistazo lo que aún esté pendiente de resolución. Si ya hubiéramos conseguido realizar el encargo divino, también resulta muy práctico indicarlo cerca de la flecha, como el "ok" del ejemplo de arriba. El amor a Dios, los frutos, los dones espirituales, el grado de oración a alcanzar, las visibles diferencias entre los que practican la oración mental suelen depender, en grandísima medida, del tiempo de reloj dedicado a oír a Dios y del número de veces en que realmente obedecemos; de ahí que resulte tan importante controlar estos "ok". En cambio, en el crecimiento de nuestra unión don Dios, influye muy poco el sentimiento que logremos poner al conversar. Esto último es un regalo divino que concede Él cuando quiere, sin que apenas intervengamos.
La necesidad de materializar por escrito la oración mental es algo que viene impreso en el origen del hombre. La cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), contiene unas pinturas rupestres tan coloridas y realistas, que algunos las tomaron por contemporáneas durante mucho tiempo. Hizo falta la prueba del carbono 14 para acotar su antigüedad. Según los investigadores Laming y Leroi-Gurhan se realizaron entre el 15.000 y 12.000 a . C., que abarcan los periodos Magdaleniense y Solutrense del Paleolítico Superior, en los albores de la humanidad.
Cuando se visitan, sorprende que resulte tan difícil acceder a la zona en donde se encuentran las mejores y más abundantes: la llamada "Capilla Sixtina de la Edad de Piedra". Se ha de alcanzar una estancia muy profunda y oscura, alejada unos doscientos metros del amplio vestíbulo-vivienda con luz natural que se sitúa en la entrada. No pintaban con fines artísticos porque el verdadero arte nunca se esconde. Se trataba de un ritual sagrado, el modo de orar de los primeros habitantes de la tierra: "La representación gráfica de la matanza de un animal, era un método seguro para conseguir su muerte" [2]. Resulta, por lo menos, sugerente que se sirvieran de algo análogo a la escritura actual con el fin de expresar sus anhelos y esperanzas. El hombre sintió desde el principio esta necesidad, quizá inspirado por el más Allá. De ahí que, con tanta frecuencia, cuando cuidamos con esmero las condiciones de certeza y redactamos con paciencia nuestras consultas a Dios, nos sorprenda a menudo la rapidez y precisión de las respuestas que obtenemos.
A los que contrista y duele su modo de comulgar, lleno de plegarias vocales y de prolijos elencos de peticiones que con frecuencia tienen el efecto de entorpecer su oración de diálogo, se les puede decir que no se preocupen demasiado, porque su solicitud manifiesta amor. Pero harían bien en escribir algún comentario o pregunta, aunque no fuera nada original, que sirviera para empezar la conversación y, cómo no, la respuesta recibida de Dios. Les asombrará la intensidad y fluidez de la charla que han entablado.
Hablamos del modo de orar mentalmente que utilizaron grandes santos de la talla de Agustín de Hipona o verdaderos maestros de la oración como el Padre Gratry. Rezaban, pluma en mano, y anotaban de inmediato las inspiraciones recibidas. San Josemaría Escrivá recogía con mucha frecuencia en un cuaderno el transcurrir de su diálogo divino. Y así aconsejaba orar mentalmente: "El conflicto económico es cosa objetiva e inmediata. Sin perderme la paz, pide luces, y piensa despacio y anota cuando veas algo" [3], dijo a Ricardo Fernández Vallespín en 1939 ante el agobio que éste manifestaba frente al encargo de reabrir la Academia DYA, cuya sede de la calle Ferraz 16 había sido bombardeada. Y, poco antes, en Burgos, escribió a Álvaro del Portillo y Vicente Rodríguez Casado: "... Siempre que podáis, poned por escrito vuestra oración" [4]. Y pocos días después, vuelve a insistirles en esto y les pide que le envíen sus anotaciones de la oración mental: "Ahí van tus fotos, Álvaro. Incluyo otra de Josemaría, para Vicentín: me parece que le oigo carcajearse. ¡Las Normas! ¿Cuándo me enviaréis literatura?..." [5]. Sus sucesores también aprendieron esta utilísima costumbre. Por ejemplo, durante la espera de un vuelo, D. Javier Echevarría pidió un folio a una azafata para redactar por escrito su media hora de oración mental, sentado en un banco del aeropuerto.
Los atascos provocados por el sueño o por un duerme vela poco activo darán paso a una conversación que parece construirse sola, porque en realidad la dirige Otro. Con la simple práctica de escribir, esas almas ingeniosas solucionaban de golpe los problemas de recogimiento y los posibles olvidos, y demostraban con obras el deseo grande de cumplir su Voluntad, algo crucial en este negocio, según hemos visto. Además, días después, les permitía comprobar la veracidad de los detalles que se les habían transmitido con antelación, y el acierto de los consejos inspirados. Una mezcla maravillosa que facilita estratégicamente mantener, con el paso del tiempo, la evidencia de que vamos por buen camino.
Página sugerida a continuación: Ejemplos de oraciones mejorables
Página sugerida a continuación: Ejemplos de oraciones mejorables
1 Jn 12, 47-48.
2 Dc. Hugo Obermaier, El hombre fósil, Ed. Istmo, Madrid 1985 (2a edición), p. 286.
2 Dc. Hugo Obermaier, El hombre fósil, Ed. Istmo, Madrid 1985 (2a edición), p. 286.
3 Pedro Rodríguez, Edición Crítica de Camino, nº 487. 2002. Ed Rialp.
4 María Jesús Coma, Forjar la sombra, p. 149. 2018. Ed. Cóbel.
5 María Jesús Coma, Forjar la sombra, p. 151. 2018. Ed. Cóbel.
Hola, Francisco José. ¡Muchísimas gracias por tu labor! Es un trabajo maravilloso que nos está ayudando a muchos a rezar mejor.
ResponderEliminarQuería preguntarte un par de cosas: por un lado, yo he notado que al escribir miro menos al Sagrario, y no sé cómo hacer para combinar ambas cosas (quizás me pego demasiado al papel...). Por otra parte, ¿cómo podemos llevar algún texto a la oración y seguir este sistema de escribir el diálogo con el Señor?
Un saludo agradecido,
Adriana
Hola Adriana! Te lo digo por experiencia: no te preocupes demasiado si dejas de mirar al sagrario mientras escribes. Esta labor esforzada de anotarlo todo para mantener y fortalecer tu recogimiento, se eleva como un perfume suavísimo que agrada mucho a Jesús presente en el tabernáculo. Además, puedes mirar al sagrario cuando no se te ocurra qué poner en tu libreta.
EliminarTampoco te importe demasiado si lees menos en la oración: esto más que un inconveniente, es un avance descomunal. Aun así, si deseas tratar con el Señor las ideas de algún libro como el Evangelio, puedes leer dos o tres líneas y, enseguida, preguntar por escrito al Señor por lo que has leído. Te sorprenderá lo bien que Él interpreta el texto y las cosas nuevas que a veces descubrirás.
Ánimo! Tus preguntas son muy buenas porque se nota que lo estás practicando. ¡Me parece que lo estás haciendo muy bien!
Buenas tardes, a mí me resulta complicadísimo. Estoy leyendo el libro de la oracion mental después de haber escuchado todos los videos en youtube del mismo autor y la verdad es que estoy decepcionada porque tengo mucho deseo de hacer esta oracion pero no escucho nada ni sè si lo que hago está bien. tendré que seguir insistiendo a ver qué pasa.
ResponderEliminarHola! Me alegro mucho de que hayas leído el libro y visto mis vídeos. Para solucionar tu problema necesito que te comprometas a hacer el esfuerzo por escribir cada vez que quieras hablar con Dios. Si sacas este propósito, ya tienes un 90% resuelto. A continuación Sigue atentamente estos pasos:
Eliminar1. Lee atentamente Cómo realizar el doble recogimiento que explico aquí:
https://franciscojosecrespo.blogspot.com/2020/05/como-aprender-hablar-con-dios-en-5_24.html
2. Ahora escribe una pregunta cualquiera. Por ejemplo: “Señor, ¿Cómo puedo decir a mi hijo que estudie más para que me haga caso?”. A continuación, piensa tú misma la respuesta echando mano de la información de que dispongas, de los pros y los contras, de la improvisación si no conservas datos. Redáctala despacio y poniéndola en boca de Dios, en primera persona: “Hija mía, llévalo a alguna habitación y siéntate a solas con él. Sonríele. Pregúntale si está preocupado por algo. A continuación, sin dejar de sonreír con afecto, halágale por su última victoria o virtud. Luego dile que pasaría del notable al sobresaliente si eso otro –sentarse a estudiar nada más llegar de la calle-, pero sin enfado, rápidamente y sin cargar tintas. Lograrás que se esfuerce y te quiera más que antes”. Más adelante, ya tendrás mociones instantáneas, “flashes” divinos -sin elaboración racional tuya-, pero mientras tanto razona tú las respuestas de Dios.
3. Aunque te parezca que lo estás pensando tú sola, no será así si continúas recogida como te he explicado. Así que, confía plenamente en que eso que escribes es siempre moción divina. Si falla alguna vez, siempre es por perder el recogimiento inicial: al dejar de escribir, al ponerte nerviosa en algún momento, al preguntar cosas futuras (esto conviene evitarlo, porque habitualmente no agradan a Dios y porque suelen ser promovidas por el diablo).
No dudes en preguntarme cuanto necesites.
Un cordial saludo
Hola... Estoy poniendo en práctica este tipo de comunicación con Dios. Aunque no sé si lo hago bien. Tengo una duda ¿Qué debo hacer después de un tiempo con las hojas que escribo en esta oración mental?
ResponderEliminarHola! Las hojas que escribes en tu oración mental consérvalas como "oro en paño"; al menos, es lo que yo hago, y me va muy bien. Cuando pasa el tiempo, las reviso por si hay asuntos pendientes que me ha pedido el Señor y aún no he resuelto. También noto que agrado mucho a Dios releyéndolas, ¡y que me lo premia!. En el libro "Él y yo" de Garielle Bossis, hay un momento en que el Señor le dice a la autora: "¿Por qué no relees las palabras que te he hablado y que recoges en este cuaderno? Me agrada mucho que lo hagas". Si escribes en hojas sueltas, es más difícil conservar el orden. Pero las puedes grapar y meter en una carpeta. Hay mucha gente que hace la oración mental escribiendo en el móvil o en su Ipad; estos aparatos tienen la ventaja de que, lo que se archiva, apenas ocupa espacio, y que además, se puede encontrar fácilmente con el buscador todo lo que nos ha dicho Dios.
EliminarRespecto de la oración mental que escribes, me dices que "no sabes si lo haces bien": propongo que me envíes cualquiera de tus oraciones escritas al correo pacocrespo@cronista.org
Así te podré ayudar más fácilmente.
Un cordial saludo.
Hola Francisco, tus videos sobre la oración mental, me sirven de mucho, tanto personalmente como para la catequesis con los señores de Casa. Este martes, toca justamente, la norma de la oración mental, y me ayudará mucho comentarles tu blog y tus videos. Los he visto varias veces, pero recién he llegado a este blog. Saludos desde Piura, Perú
ResponderEliminarEs decir, desde hace varios meses, encontré tus videos en Youtube y trato de verlos varias veces. Pero el blog (escrito) es el complemento perfecto a los videos. Me gustó mucho el ejemplo (en los videos) de este amigo tuyo que oraba al Señor, para que le ayudara con su esposa, que siempre le echaba en cara, sus visitas a sus clases de formación... la anécdota de la limonada que le salió un poco ácida, y que aprovechó la esposa para decirle que en sus clases de formación no le enseñaban a hacer limonada... hasta que el Señor en la oración, le dijo: no te preocupes, yo me encargo... y terminó la anécdota, que la escultura en el crucifijo, se había movido y le había hablado. Gracias!!!
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